Exposicion Tiempo y Urgencia José Ramón Amondarain busca bucear en el proceso de creación del Guernica
de Picasso. Hasta ocho pasos del icono pictórico del siglo XX desvelan,
desde las fotografías tomadas por Dora Maar, cómo creció el lienzo en
su febril proceso de arte necesario e instantáneo, ése que suele estar preñado de la autenticidad de las emociones.Hasta ocho pasos del icono pictórico del siglo XX desvelan, desde las
fotografías tomadas por Dora Maar, cómo creció el lienzo en su febril
proceso de arte necesario e instantáneo, ése que suele estar preñado de la autenticidad de las emociones
. Se palpa el tiempo que flota entre las telas, entre los dibujos que crecen, emergen y desaparecen en cada salto. El tiempo que tardó Picasso en lanzarse al blanco y acometer el traslado de la rabia y la denuncia, para ser mostradas en la Exposición Internacional de París.Esa urgencia es innegable y, además, llega subrayada por un guiño en forma de pirueta semántica. Porque, si bailamos las letras del sustantivo Guernica, emerge inevitablemente la palabra urgencia, un anagrama que parece una arista más, un reflejo más en la poderosa ventana que sigue ofreciendo el cuadro, "una obra muy poliédrica y muy compleja, que trata de muchísimos temas", explica el director de Artium y comisario de la muestra, Daniel Castillejo.
"¿Qué pasó?". Ésta es la pregunta que trata de responder la investigación metapictórica que Amondarain emprendió en una gran nave de Astigarraga, un proceso que le devolvió al mayo del 37 y le permitió meterse en la piel de un artista que siempre le ha interesado. Aunque le costó asimilar la propuesta que contenía la llamada de Castillejo. "La primera impresión fue rara, porque no sabía a que se refería, no pensé nunca que iba a pintar ocho Guernicas", recuerda, reconociendo la necesidad de "ralentizar la mirada" para acometer la recomposición de un cuadro enormemente natural en su concepción, a pesar de esos múltiples atributos, símbolos y resonancias -empezando por su rotunda composición estética- que le han otorgado su carácter universal. "Su ideología constructiva es muy lógica, no hay ruidos; ha sido un proceso de asentimiento al decapar el cuadro y poder ir advirtiendo los cambios".
De alguna manera, lo que propone la exposición -con un poso de
instalación- es "meternos por primera vez dentro de ese proceso mental,
que el público tenga la experiencia física, sentirnos pequeños ante
este trabajo", apunta Castillejo, que también matiza la diferencia de
diez centímetros que media entre las dimensiones del Picasso del Reina
Sofía y los Amondarain de Artium, manteniendo una misma sensación física
pero evitando que se pueda entender que existe una intencionalidad de
falsificación, réplica o reproducción.No queremos hacer un juego de diferencias, sino que el público se vaya
metiendo en la obra", explica el director del centro, que además del
recorrido cronológico -del primer abocetamiento al carboncillo a su
representación final- propone la opción inversa, "ir desandando el Guernica
y quitándole capas", un análisis en el que se puede ver cómo elementos
nacen, se ocultan e incluso se entierran -o descubren, en función de la
dirección-, explicando las emociones y afanes creativos que guiaron los
trazos de pincel y collage en la rue des Grands Augustins de París,
presente en Artium en la colección de guaches -no son instantáneas, aunque lo parezcan- que dibujan los disparos de Maar.
. Se palpa el tiempo que flota entre las telas, entre los dibujos que crecen, emergen y desaparecen en cada salto. El tiempo que tardó Picasso en lanzarse al blanco y acometer el traslado de la rabia y la denuncia, para ser mostradas en la Exposición Internacional de París.Esa urgencia es innegable y, además, llega subrayada por un guiño en forma de pirueta semántica. Porque, si bailamos las letras del sustantivo Guernica, emerge inevitablemente la palabra urgencia, un anagrama que parece una arista más, un reflejo más en la poderosa ventana que sigue ofreciendo el cuadro, "una obra muy poliédrica y muy compleja, que trata de muchísimos temas", explica el director de Artium y comisario de la muestra, Daniel Castillejo.
"¿Qué pasó?". Ésta es la pregunta que trata de responder la investigación metapictórica que Amondarain emprendió en una gran nave de Astigarraga, un proceso que le devolvió al mayo del 37 y le permitió meterse en la piel de un artista que siempre le ha interesado. Aunque le costó asimilar la propuesta que contenía la llamada de Castillejo. "La primera impresión fue rara, porque no sabía a que se refería, no pensé nunca que iba a pintar ocho Guernicas", recuerda, reconociendo la necesidad de "ralentizar la mirada" para acometer la recomposición de un cuadro enormemente natural en su concepción, a pesar de esos múltiples atributos, símbolos y resonancias -empezando por su rotunda composición estética- que le han otorgado su carácter universal. "Su ideología constructiva es muy lógica, no hay ruidos; ha sido un proceso de asentimiento al decapar el cuadro y poder ir advirtiendo los cambios".
Uno de los primeros lienzos de la progresión pictórica.
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