24.6.11

Dora Salazar





Dora Salazar 1963 Alsasua tiene su taller en un antiguo caserío en el corazón de Alsasua, su pueblo natal. Vive en Bilbao y cuando siente necesidad de crear se retira a Alsasua. Es allí donde trabaja. Esta escultora es uno de los estandartes más singulares del arte en el Estado. Su trabajo ha sido ampliamente galardonado. Dueña de una gran capacidad creadora, Dora ha sabido pertrecharse de una sólida personalidad. Mediante un sentido irónico y un énfasis corrosivo y crítico fuera de lo común, ridiculiza costumbres y valores del modelo de vida contemporáneo. Sus piezas son livianas, sin peso, pero con gran impacto visual. En su obra manifiesta una profunda preocupación por la mujer y la femineidad. Es por ello por lo que su nombre ha sido ligado al de renombradas artistas como Katharina Fritsch, Hannah Collins o Rebecca Horn. En su última colección "Heroínas ficticias", Dora crea un escenario donde viven personajes de una irrepetible obra teatral. Estos personajes tienen vida autónoma y nos traen al recuerdo los robots de Pistoletto.
Tengo 36 años y llevo trabajando en esto más de doce años. Las premisas se han ido acumulando durante estos años. Desde mis inicios mantengo unos parámetros pero a través del tiempo han ido surgiendo otros nuevos. A nivel plástico o puramente representativo hay unas constantes. Lo precario me interesa, lo precario pero con fuerza, es decir, la dualidad entre la fuerza y la inestabilidad; la tensión y la armonía entre las cosas. Sobre el acabado no puedo decir lo mismo, ya que al principio era más osada y zarrapastrosa. Ahora con el tiempo me estoy volviendo más esteta. Luego el espacio lo voy alternando. A veces es como algo que los objetos no necesitan y otras veces es algo muy importante. En cuanto a la temática, he de decir que con mi trabajo me gusta contar cosas. No me gusta la idea del arte por el arte. No me interesa sólo el punto estético. En éste sentido también hay elementos que se repiten. Por ejemplo, ahora me veo trabajando con el cuerpo y la figura pero mis primeras piezas también eran figuras. Entonces eran más teatrales, más esperpénticas, una especie de marionetas. De cualquier manera lo humano estaba ahí. Luego, suelo intentar jugar con lo privado y lo público. A veces hablo de mí y proyecto hacia fuera. Otras, sin embargo, cojo cosas de fuera e intento interiorizarlas. Por otra parte, en lo que se refiere a mi pequeña historia, puedo decir que el mundo del trabajo, es decir, los ratos que estás en el estudio, maquinando, creando, esos momentos son para mí tan intensos o más intensos que la vida misma. Supongo que si sigo trabajando también es por eso, porque la vida que tengo ahí dentro es comparable a la que puedo encontrar fuera. De todas formas, soy consciente de que la vida supera a la ficción en la que trabajamos, pero hay momentos en los que sientes que en tu trabajo hay algo más.
"Tener alas no es necesariamente volar" de Dora Salazar